Glifosato

El número de cultivos de hoja de coca en Colombia ha ido en aumento lo que ha generado la intención de reanudar la fumigación con glifosato para erradicar esta planta y de esa manera reducir el número de hectáreas en el país. Esto, a pesar de la información conocida que expone la inefectividad de esta estrategia, los altos costos que representa y los daños que genera tanto en la salud humana como en el medio ambiente.

¿QUÉ ES EL GLIFOSATO?

El glifosato es el ingrediente activo de más de 750 herbicidas, que mata efectiva e indiscriminadamente todo tipo de plantas al bloquear una enzima esencial para su crecimiento.

Dato: La mezcla usada para la erradicación de 1 hectárea de coca en Colombia está compuesta por 1.4 litros de glifosato, 13 litros de agua y 0.25 litros de cosmoflux, un adherente que potencia el efecto del glifosato.

Problemática

La erradicación de los cultivos ilícitos en Colombia ha tenido a través de la historia una lucha incesante del gobierno colombiano, situación que ha producido la implementación de diferentes estrategias y políticas antidrogas, muchas de estas financiadas por los Estados Unidos.

El Estado colombiano ha actuado frente a esta problemática creando diferentes mecanismos alternativos que permitan erradicar la producción de sustancias estupefacientes, que han afectado los diferentes sectores económicos del país, a causa de la inseguridad y la mala imagen del país a nivel internacional.

Uno de los mecanismos más utilizados por Colombia en la erradicación de los cultivos ilícitos ha sido las fumigaciones o (aspersión aérea), una medida por la cual son utilizados aviones encargados de rociar agroquímicos desde el aire.

El Gobierno Colombiano ha justificado en varias ocasiones que las fumigaciones han sido y son actualmente el cumplimiento al compromiso 5 internacional adquirido por el país en materia de estupefacientes (Declaración política aprobada por la Asamblea General en su vigésimo período extraordinario de sesiones , la Declaración sobre los Principios Rectores de la Reducción de la Demanda de Drogas, el Plan de Acción sobre Cooperación Internacional para la Erradicación de los Cultivos Ilícitos para la Producción de Drogas y Desarrollo Alternativo, el Plan de Acción para la Aplicación de la Declaración sobre los Principios Rectores de la Reducción de la Demanda de Drogas y la Declaración Ministerial Conjunta aprobada durante la serie de sesiones a nivel ministerial del 46º período de sesiones de la Comisión de Estupefacientes). Pero los diferentes pronunciamientos de la Corte Constitucional han afirmado que las fumigaciones aéreas con glifosato han sido una de las causas del desplazamiento en Colombia y que las mismas han acabado con cultivos de pancoger (cultivos que satisfacen parte de las necesidades alimenticias de una población determinada), donde el Estado ha sido responsabilizado de un gran número de indemnizaciones.

Colombia fue advertida antes y después de que se agregara el uso de herbicidas a través de fumigaciones, frente a los posibles daños eventuales, sin embargo treinta años después, aún no existe algún tipo de seguimiento epidemiológico o ambiental fiable que logre identificar la no alteración o modificación del material biológico dentro de las zonas que han sido fumigadas con este tipo de químicos, las condenas a la Nación no han sido suficientes para revelar los graves daños que estos órganos no fosforados ocasionan a la salud y la fauna y flora del país.

Artículo: https://www.redalyc.org/pdf/3438/343839278002.pdf

De la erradicación de cultivos ilícitos a la erradicación del glifosato en Colombia

Si bien los llamados cultivos ilícitos en Colombia se remontan a tiempos prehispánicos, solo hasta 1984 se empezaron a usar plaguicidas para su erradicación. El primero en usarse masivamente en el programa de erradicación fue el glifosato, seleccionado por su alta efectividad y supuesta seguridad, aunque hubo algunas pruebas previas con paraquat y triclopir. De estos dos, el paraquat fue descartado debido a que se temía que los consumidores de drogas estadounidenses pudiesen intoxicarse, de manera similar a lo ocurrido previamente en México. Los severos efectos adversos del paraquat en el aparato respiratorio ya habían sido descritos 20 años antes, y Colombia era reconocida como una importante consumidora del paraquat. Desde esa época hubo protestas de indígenas, campesinos y científicos debido a los efectos ambientales y en salud humana que se podrían presentar. Han pasado muchos años, debates y estudios científicos que reportaron los daños en los ecosistemas 5-7 y evaluaban los efectos adversos en la salud humana. Se destacan en estos últimos los estudios citogenéticos de investigadores nacionales que reportaron posibles efectos en células GM38 y de fibrosarcoma humano, y en células mononucleares humanas. También están los estudios epidemiológicos que exploraron condiciones de salud en general y efectos reproductivos, que no pudieron detectar efectos adversos. En paralelo a estos estudios con hallazgos ambivalentes, en el terreno político el hecho más sobresaliente fue que pese a que las autoridades nacionales no reconocían que hubiese evidencia suficiente de efectos adversos asociados, aceptaron indemnizar a Ecuador por las afectaciones de residentes en la frontera colombo-ecuatoriana, mostrando otra faceta y generando dudas si la decisión de uso o no era científica o política. El 20 de marzo pasado la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC), filial de la Organización Mundial de la Salud, declaró como potencialmente cancerígeno al glifosato, lo que llevó a que se repensara el 114 uso del plaguicida en la erradicación de cultivos ilícitos en el país. Sin embargo, en el terreno científico sigue la discusión porque existen conclusiones diferentes, que deberán explorarse a la luz de los conflictos de intereses que pueden tener los autores. Tras discusiones, incluso dentro del gobierno nacional, la decisión de no usarlo quedó en firme el 14 de mayo, algo más de tres décadas después de haber sido iniciado su uso. De esta manera el plaguicida fue erradicado del uso en las fumigaciones contra cultivos ilícitos, sin haber logrado su objetivo de erradicar o por lo menos disminuir la extensión cultivada. Este es quizá el mejor ejemplo del uso del principio de precaución en Colombia, lo cual constituye un hito en la historia de la salud ambiental nacional. Es precisamente en estas circunstancias de incertidumbre de un efecto adverso que se toma este tipo de decisiones preventivas. Hay aún muchos problemas de salud ambiental por resolver, pero éste es sin duda un paso importante en esta materia. Las opciones a tomar no son claras, pero es posible que, si se decide cambiar a otro compuesto químico, en muy poco tiempo se revivirá una discusión similar.


Noticia: https://cesed.uniandes.edu.co/reanudar-la-fumigacion-aerea-de-cultivos-ilicitos-en-colombia-un-resumen-de-la-literatura-cientifica/

¿Reanudar la fumigación aérea con glifosato de cultivos ilícitos en Colombia?

Un resumen de la literatura científica

En Colombia se sigue debatiendo la posibilidad de reanudar el programa de aspersión aérea (PECIG) tras su suspensión en 2015. En las últimas dos décadas esta herramienta de política de drogas supuso la fumigación de más de un millón setecientas mil hectáreas de cultivos de uso ilícito de hoja de coca con mezclas del herbicida glifosato y otros adyuvantes químicos (Rodríguez, 2020); una escala sin par en el mundo. El Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas (CESED) de la Universidad de los Andes ha dado seguimiento a la literatura científica sobre los efectos multidimensionales de este herbicida, tanto en actividades agrícolas como en la guerra contra las drogas. Recientemente, compartimos una base de datos con más de 80 estudios recientes sobre el tema en nuestra página web.

En general, el balance de la evidencia sigue mostrando que el PECIG es inconveniente para el país. Presenta riesgos significativos de perjudicar el medioambiente y la salud humana, debilita la legitimidad del Estado y genera fragmentación social en los territorios. Dada la igualmente importante evidencia de su baja eficacia para controlar los cultivos de uso ilícito, no es justificable para el país asumir los riesgos ni los costos del PECIG. A continuación, abordamos la evidencia más importante, a nuestro juicio, sobre los impactos directos e indirectos del glifosato en la salud, el medio ambiente, y la sociedad.





 

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